Cuantas veces nos encontramos en situaciones donde nuestra imagen llega antes que cualquier palabra, cualquier afirmación. Donde ni siquiera tenemos tiempo para mostrar nuestra capacidad intelectual, nuestras intenciones y personalidad.
Cuando acabamos de conocer a alguien, la primera percepción que tenemos es su imagen y, de manera inconsciente, lo que transmite con esa imagen. Solo nos toma fracciones de segundo categorizar a alguien y definir qué pensamos.
Las situaciones en las que tenemos que impresionar en el primer contacto son cada vez más frecuentes, independientemente del contexto. Una primera impresión impactante puede determinar qué tan receptivo estará tu interlocutor a la idea que necesitas comunicar.
Corte de pelo, vestimenta, postura, forma de caminar, accesorios, higiene… Todos son puntos cruciales para formar un concepto de manera inmediata. Pero además de estos puntos, los rasgos y la forma de tu rostro dicen mucho sobre quién eres. Por ejemplo, si conoces a alguien con un mentón retraído, es muy probable que tengas la sensación de que esa persona no tiene un alto nivel de autoridad y, por lo tanto, su confianza puede verse afectada. O podrías pensar que alguien «parece una niña» sin darte cuenta de que ese pensamiento se debe a la forma redonda de su rostro.
Muchas veces nos dirigimos a alguien o a una imagen y opinamos, verbal o mentalmente, con la siguiente frase: «eso/él/ella parece…». Es posible que no seamos conscientes, pero estamos utilizando el análisis facial para formar nuestras opiniones.
Considerando que los procedimientos estéticos pueden refinar, mejorar y realzar las proporciones y proyecciones faciales, podemos afirmar que la Estética Facial es una increíble aliada para ayudar en la formación de la Imagen Personal que deseas transmitir de manera intencional.
¡Puedes ser lo que quieras ser y parecer lo que quieras parecer!
